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Un cuento Uchiha: Cap 6

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xCaeli's avatar
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Capítulo VI: Los ojos del clan
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Aline S.V


Cuando conocí a Sasuke Uchiha. No. Cuando por primera vez vi al monstruo en el que se convirtió Sasuke Uchiha, fue como una suerte de epifanía, la aldea estaba de luto por los caídos, muchos miembros; ninjas honorables,  habían caído en el frente, algunos muertos por las fuerzas de Madara y Obito; o Tobi, como se les conocía, pero también hubo muchos cuando el enfrentamiento del más joven llegó.
En la aldea había una suerte de furia helada. Tal vez era odio. La gente decía que la única forma de zanjar esa terrible época, era deshacerse del último de los Uchiha.

Eso me causaba escalofríos.
 

El cementerio de Konoha, reconstruido a duras penas, estaba lleno de tumbas nuevas y flores recién cortadas, era la primera vez que ella venía y se encontraba con un paisaje tan colorido como ese. Claro, para una persona que no supiera que era un cementerio, sería una vista esplendorosa, pero para ella su visión era penosa.
Le hizo una reverencia a la tumba del padre de Takumi y con una sonrisa triste prometió que volvería a visitarlo para hablarle de su hijo y su mujer. No es que tuviera el derecho o el deber de hacerlo, simplemente quería asegurarse de que él supiera que sus seres queridos no se habían quedado solos.

Parecía injusto, pero la verdad es que en una guerra no existe tal cosa como la justicia o la injusticia. Simplemente sucede. Mueren buenas y malas personas, para la muerte no hay distinción.

Se supone que a esta hora debería estar encerrada en su cuarto por orden de sus padres. Y sabía que a ellos no les agradaría nada saber que ella estaba paseando por la aldea ese día, aunque decir paseando no es el apelativo más correcto para esta ocasión. Sus destinos eran claros, visitar al padre de Takumi e ir al estadio donde se habían llevado a cabo los exámenes Chuunin años atrás. Su familia había quedado en no asistir al juicio público de Sasuke Uchiha, no porque no pudieran o no quisieran realmente, sino porque en el pasado fueron cercanos a dicho clan y por ella. Para evitar que se inmiscuyera en tratos peligrosos. Ella, que era una Uchiha y sin que nadie más que su círculo más cercano supiera...

Chiyome se escabulló entre la multitud de adultos que se hacían paso por la entrada principal, sabía que sus amigos debían estar en alguna parte, después de todo, habían prometido que estarían con ella en este día. Así que buscó desde las alturas de los pasillos tras los asientos de los espectadores.

A veces odiaba ser tan baja de altura, pues le impedía mirar entre todo el gentío que parecía no entender que el estadio tenía una capacidad máxima de espectadores.

―Chiyome―seguida de la voz de Masato, su oscura mano tomó su brazo, zambulléndola entre una multitud de personas.

― ¡Ow! ―se quejó ella, mientras era arrastrada por su amigo.

―Calla, calla―le dijo, dándole una mirada de soslayo.

Ahora la chica no entendía nada, pero se dejó guiar hasta a un lugar más o menos vacío, pero oscuro.  

― ¿Por qué tanto alboroto? ―el muchacho la empujó suavemente hacia el oscuro rincón, donde otro par de manos la arrastraron más adentro.

― ¡Oye! ―exclamó, ya enojándose.

―Kouga sensei y tu padre están aquí―escuchó que Takumi le susurraba la oído.

―Apenas pudimos escabullirnos de ellos―explicó Masato.

― ¡Pero papá debía quedarse en casa, eso le dijo a mamá anoche!

―Quizás lo hayan mandado a llamar como refuerzo por si algo sale mal―a la niña le dio un escalofrío las palabras de Masato―pero también puede ser que sepan que no estás en tu habitación.

―Cerré la puerta con seguro.

Estaba oscuro, pero aún en la penumbra lograba distinguir a Takumi negar con la cabeza.

―Somos ninjas, el pestillo de la puerta no puede detenernos.

La chica hizo un mohín.

―De todas formas, es mejor no llamar la atención, si nos mantenemos aquí, ellos no se darán cuenta de que vinimos y podremos inventar cualquier excusa―meneó la cabeza de un lado a otro, Takumi tenía razón. Mejor quedarnos atrás, para que nadie se diera cuenta que estaban allí.

Sin embargo, era algo complicado mirar. La mayoría eran adultos los que estaban delante de ellos tres y no lograban ver nada.  

Ella quería verlo.

A Sasuke Uchiha.

―Ven―Takumi se movió hacia delante de ella y se agachó, dándole la espalda―sube a mis hombros.

― ¿Por qué no a mis hombros? ―musitó Masato a un lado.

Takumi le dio una mirada de pocos amigos a su compañero.

―Porque tú eres más bajo y la idea es que Chiyome vea―respondió cortante.

―No soy tan bajito―alegó.

―Pero lo eres, apenas pasas de porte a Chiyome y eso que eres mayor que ella―musitó, entonces la miró a ella y le hizo un pequeño gesto para que se subiera de una buena vez. La chica suspiró, pero se subió a los hombros de su amigo.

Una pequeña sensación incómoda se instaló en su estómago cuando él se levantó, irguiéndose por completo en su altura. Chiyome hizo un tremendo esfuerzo para no agarrarse con fuerza a los rojos cabellos de su compañero.

―Gracias―musitó suavemente al notar que, aunque no podía ver del todo bien, podía ver la arena y a los cinco Kages en la altura a lo lejos. Ella estaba prestando atención a los alrededores cuando un jounin anunció la entrada del Uchiha.

Chiyome contuvo el aliento.

―Sasuke Uchiha, único sobreviviente del Clan Uchiha, Traidor de Konoha…―había anunciado.

Los cinco Kages se pusieron de pie, Lady Tsunade parecía contrariada, sin embargo retomó su firmeza cuando por uno de los costados del estadio aparecieron una gran cantidad de Shinobis de diferentes aldeas. Entre ellos pudo distinguir los protectores de las cinco grandes naciones y algunas otras de aldeas más pequeñas. A ella le llamó la atención, además de los distintos uniformes militares, el cabello anaranjado de una kunoichi, le recordaba al color de cabello de Takumi, pero también llamaba la atención que tanto ella como un ninja de Konoha eran los que llevaban las cadenas  que aprisionaban las manos de Sasuke.

Sasuke Uchiha, hermano de Itachi Uchiha. A Chiyome le dio un escalofrío verlo de esa forma, los ojos tapados con un casco de hierro, las muñecas encadenadas y las manos ocultas en esferas del mismo material, los pies con grilletes. Entonces también se percató de que un ninja estaba dispuesto justo detrás de él y sostenía con su mano una kunai, presionando contra la nuca.

La visión le pareció dantesca.

― ¿Qué pasa? ―preguntó Masato al notar el cambio de expresión en la niña.

― ¿No alcanzas a ver cómo lo tienen? ―musitó ella en respuesta.

―Un poco, pero los adultos me tapan―musitó.

Escuetamente describió cómo se encontraba Sasuke, al mismo tiempo que la gente comenzaba a gritar y a pedir que se le ejecutara.

A los tres niños les provocó un mal sabor en la boca.

Entonces el bullicio cesó ante la voz del Raikage, quien; con su estruendosa voz, levantó un libro y comenzó a dictar cada una de las faltas del ex ninja de Konoha. Takumi la miró entonces, escuchando incrédulo la gran cantidad de crímenes que tenían el muchacho.

Chiyome se paralizó en su lugar, pues Sasuke tenía dieciséis y los atentados que había cometido eran horrorosos.

―Formó parte de Akatsuki e intentaba cometer un nuevo ataque a Konoha―musitó Masato, atragantado.

El juicio prosiguió ante la mirada del pueblo, algunos lo despreciaban, otros parecían contrariados. La verdad es que la situación era extraña, como una montaña rusa de emociones, sólo Sasuke parecía inmune a todos los vaivenes de la gente. De la ira de la que él era blanco.

―Sasuke Uchiha, ninja renegado de Konoha―anunció con su potente voz el líder de Kumo―por los crímenes cometidos contra el mundo ninja, formar parte de Akatsuki y participar abiertamente en el complot contra la Aldea de Konoha, se te ha condenado a muerte.

―Quien desee retirarse―prosiguió el anciano líder de Iwa―está en su derecho de marcharse, pues proseguiremos con la ejecución.

Sintió que Takumi se sobresaltaba por debajo de ella, obligándola a hundir sus dedos en el cabello de su amigo.

― ¿No dejarán que se prepare? ―preguntó sin aliento.

―Pensé que sólo sería un juicio público, no pensé…

―La gente no se mueve, realmente quieren quedarse a ver cómo acaban con Sasuke―musitó Chiyome.

¿Dónde estaba Naruto? Se preguntaba, recordaba que el día en que el ejército había regresado junto a un apresado Sasuke, Naruto había montado en cólera y había asegurado, a viva voz, que no iba a permitir que Sasuke fuera asesinado. Declaración que había tomado desprevenida a la aldea entera que, si bien lo respetaba, no podía dejar de mostrar el desacuerdo sobre el tema.

― ¡Anciana, detén esto!

Chiyome dio un respingo al ver el puntiagudo cabello del salvador de la aldea. Se veía desesperado, ni un atisbo de confianza se mostraba en sus facciones, tanto como se le veía cansado, como si hubiera estado luchando con algo todo es tiempo. A la niña se le hizo lógica la posibilidad de que hubiera sido mantenido alejado a la fuerza del estadio.

― ¡Naruto! ―a la arena, viéndose también sobrepasada por la situación, apareció Sakura Haruno, conocida por haber liderado el hospital de Konoha durante el ataque de Pain y por haber sido una de las cabecillas del escuadrón médico de la guerra, tanto como haber sido mano derecha de Naruto en la pelea contra Sasuke.

―La decisión está tomada, Naruto―comentó la Hokage con pesadumbre.

― ¡Debe haber otra forma! ―exclamó él. El estadio estaba en un silencio sepulcral mientras él continuaba rogando por la vida del otro muchacho― ¡Sasuke fue…!

―Déjalo ya, Naruto.

Como un efecto dominó, la audiencia contuvo el aliento.

―Sasuke…

―Siempre has sido un imbécil―a Chiyome se le encogió el corazón ante tal frívolas palabras, al ver cómo el gran héroe comenzaba a temblar, si furia o dolor… no lo sabía.

― ¡Hicimos una promesa!  

―Y la cumpliste, ahora hazte a un lado.

Chiyome dirigió su vista a Masato, que de igual forma la miraba contrariado. La audiencia se llenó de murmullos, preguntas sin contestar, que sólo fueron aplacadas por la voz del Raikage que exigió la salida de  Naruto y su compañera de la arena. El rubio gritó en protesta, dispuesto a pelear por la vida del que él llamaba amigo.

― ¡Se ha soltado! ―gritó alguien. La multitud dirigió su atención a enjuiciado. Chiyome logró divisar a su maestro y a su padre en las filas de los tantos jounin y chuunin que rodeaban a Sasuke Uchiha, que con los ojos cerrados sonreía de una forma burlona y arrogante, casi podía decir que sádica en algún grado.

― ¡Más vale no hagas nada, niño! ―exclamó el Raikage e inmediatamente los cinco Kages estuvieron rodeando al muchacho, pero este no les prestó atención.

―Cumpliste tu promesa―repitió en voz alta―pero yo no me arrepiento de nada―entonces abrió los ojos y a la niña se le heló el alma. Su mirada sombría, fría, desquiciada. No le recordaba en nada la mirada que alguna vez observó en el Sasuke que caminaba en solitario por las calles de la aldea años atrás. Era esta la mirada de un criminal, de un ser apático o tal vez de un monstruo creado por su complicada vida. Consumido por el odio.

Y cuando él paseó la mirada por la multitud asustada, inevitablemente sus ojos cayeron sobre ella. Los ojos del clan, los ojos que estaban acumulando miedo en su interior, miedo de convertirse en lo mismo que él.

―Naruto ha dejado de pelear con los guardias, Sakura igual―musitó Takumi bajo ella.

Y era cierto, ambos amigos se habían detenido en su cruzada por llegar hasta Sasuke.

―Mejor acaben ya… o los mataré a todos.

Se había escabullido por la ventana de su habitación tan pronto había logrado escapar del estadio, sus amigos la habían ido a dejar, preocupados por su silencio y el ausentismo. Ambos muchachos sabían que su historia familiar era complicada, sabían que era difícil para ella el haber visto a un Uchiha actuar de la manera en que lo hizo Sasuke. Si ya era difícil comprender el camino que había elegido Itachi Uchiha, el de Sasuke, creían ellos, era aún peor.
Se había hecho la dormida cuando sus padres vinieron a revisar cómo estaba, Takumi tenía razón cuando comentó que un pestillo no iba a ser un obstáculo para que sus padres entraran. Pero a pesar de eso, ella no quería verlos a la cara ni conversar de la situación, ni quería recibir un castigo si es que acaso sabían que no estaba en su habitación por gran parte de ese día.

En la penumbra, Chiyome se aguantó las ganas de llorar. Le dolía demasiado. A ella no le importaba Sasuke, le dolía el pecho por el miedo. No quería convertirse en un monstruo, no quería ser tratada con odio por ser una Uchiha, tenía miedo del rechazo. No le gustaba la soledad, no quería estar tan sólo como para necesitar embriagarse con el poder hasta perder sus sentidos.

Estaba pensando en eso cuando unos pasos la alertaron.

Takumi o Masato, seguramente habían venido a ver cómo estaba. Ella se pasó las manos por la cara, tratando de recomponerse y luego avanzó hasta la ventana, donde vio la silueta de un muchacho pasar con suma lentitud, casi arrastrando los pies.

Naruto Uzumaki, lo reconoció cuando éste pasó por debajo de una farola.

Chiyome no lo pensó dos veces, sacó el seguro de su ventana; se dejó caer lo más silenciosamente posible en la calle y lo siguió desde una distancia segura. No sabía por qué hacía esto, pero simplemente lo hacía y cuando se dio cuenta hacia donde se dirigía el muchacho, ella trastrabilló.

―Lo estabas haciendo bien hasta ahora―musitó en un tono grave, apesadumbrado.

―Usted sabía que lo seguía―afirmó sin aliento, mientras se recomponía.

Naruto se dio vuelta para verla a la cara. A Chiyome le rompió el corazón al verlo tan dolido, sus ojos desprendían tal tristeza…

―Desde que saltaste de la ventana―respondió.

―Estaba un poco preocupada―miró hacía algún rincón, intentando ocultar su vergüenza―se veía muy desganado y…

―Gracias―Naruto asintió.

―Lamento lo de Sasuke hoy, la aldea sabe que era importante para usted y…

―Ya no podemos hacer nada por eso.

―Pero… usted va a marcharse igual, ¿no? ―comentó.

Naruto la miró unos instantes, sorprendido, pero finalmente sonrió.

―Sí, voy a irme por un tiempo―afirmó.

― ¿Está bien si lo acompaño el último tramo o quiere ir sólo? ―atinó a preguntar, contrariada por sus propios avances.

―Gracias―fue lo único que dijo y le dio la espalda para avanzar de nuevo. Chiyome entonces apretó el paso hasta quedar a su lado.

Siguieron caminando en silencio y a un paso tan lento que a la niña le hacía pensar que Naruto intentaba guardar en su memoria cada sector de la nueva Konoha, ella se preguntó por cuánto tiempo se marcharía de la aldea, como para hacerlo ir tan despacio y ensimismado. Y al mismo tiempo una nueva pregunta la asaltó, sin embargo, su cuestionamiento quedó en el olvido cuando vio el puesto de los vigilantes vacíos y a una muchacha de cabellos rosados apoyada en una de las puertas de la aldea, que se mantenían abiertas de par en par.

―Sakura-chan―se le escapó el aliento a Naruto. La susodicha levantó la cabeza, apenada.

―Naruto―saludó.

―Que tenga un buen viaje, Naruto-sama―Chiyome tomó de la manga del muchacho, quien prestó atención a sus palabras y le agradeció nuevamente.

La niña sabía que ese momento era íntimo, así que dio media vuelta e hizo un amago de irse.

No era correcto lo que iba a hacer, espiar a dos personas que esperaban una despedida íntima, pero la curiosidad la venció, así que cuando estuvo a una distancia prudente, dio media vuelta y se escabulló por los callejones hasta quedar lo suficientemente cerca de ellos como para verlos y oírlos hablar sin que ellos se percataran de su presencia.

―Tsunade-sama me dijo―habló la kunoichi, quizás contestando a una pregunta que él había formulado en el intertanto.

―No quería que nadie me viera―comentó el muchacho en respuesta.

―No te diste el tiempo de ni siquiera despedirte―apuntó ella, dolida―Kakashi-sensei y yo también tenemos el corazón roto por lo de hoy… el marcharte sin decirnos, nos rompería más…

―Lo siento―musitó el muchacho.

―No voy a detenerte, Naruto―Chiyome no supo a qué venía ese comentario, quizás a algo que estaba marcado en el rostro del chico.

―Sakura-chan―musitó.

―Yo sólo quiero saber si regresarás un día―comentó― ¿regresarás, Naruto?

―Necesito tiempo… para pensar, para asumir lo que pasó―luego se le escuchó lanzar un suspiro―no sé cuánto tiempo.

―Entonces estaré esperando―a la niña le empezó a latir el corazón con fuerza y supo que ya era hora de dejar de espiar, así que se alejó de su escondite, buscando la sombra más cercana por la cual escabullirse entre los edificios―sólo, prométeme que regresarás a casa.

La voz de Sakura Haruno fue lo último que escuchó de esa conversación, no alcanzó a oír la respuesta de Naruto Uzumaki, pero cualquiera que fuera la respuesta, era mejor que eso quedara sólo para ellos y no para un tercero, ajeno a todo el dolor que como equipo debieron haber pasado y aún seguían pasando.

Al regresar a casa y verme al espejo esa noche, no pude evitar tocar el contorno de mis ojos, me cuestioné hasta el amanecer si mi situación hubiera sido tan deplorable como la de Sasuke si hubiera tenido la mala suerte de haber sufrido lo que él esa noche de la masacre. Si me habría convertido en un monstruo como él. Me pregunté también si mis ojos, algún día traerían más dolor a mis seres queridos, la preocupación de mi familia… tal vez sacrificios que no era justo que ellos tomaran.
Mis preocupaciones no eran infundadas, porque desde el día en que Sasuke fue enjuiciado y ejecutado por sus crímenes, el Sharingan fue considerado como una maldición de odio, pérdida y dolor.
Capítulo seis, no puedo creer que queden sólo cuatro capítulos más el epílogo.

A partir del siguiente capítulo entramos a la recta final de este viaje.
Comments5
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HinataSlade's avatar
oye te tengo una pregunta.... tu haces los dibujos de personaje verdad?? es decir tu te lo inventaste??

Eres realmente buena haciendo las portadas XD... te sale muy bien el estilo de kishimoto-sensei XD